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Shell niega posible adquisición de British Petroleum

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El rumor sobre una posible compra de British Petroleum (BP) por parte de Shell generó gran interés en el sector energético, luego de que un medio estadounidense asegurara que existían conversaciones preliminares. Según el reporte, la operación podría alcanzar los 80 mil millones de dólares, lo que la convertiría en la mayor adquisición de la industria desde la década de 1990. Sin embargo, la propia Shell negó de inmediato que dichas pláticas estuvieran ocurriendo. Un portavoz de la compañía reiteró que no se llevan a cabo negociaciones con BP. Además, recalcó que Shell mantiene como prioridad la disciplina, la simplificación y la mejora continua de su desempeño y que no está considerando ninguna adquisición en este momento. La petrolera británica, por su parte, evitó pronunciarse sobre los rumores. Pese a las versiones, distintos expertos aclararon que no hay indicios firmes de un acuerdo en el corto plazo.

La especulación en torno a British Petroleum no es nueva, ya que la empresa ha atravesado dificultades para consolidar su rumbo en los últimos años. British Petroleum fijó metas ambiciosas para reducir emisiones de carbono y expandirse hacia energías renovables. Ese giro fue visto como arriesgado y, con el tiempo, las dudas crecieron a medida que los resultados financieros se debilitaban. Este año, BP anunció un cambio estratégico que implicó reforzar su presencia en petróleo y gas. A su vez, redujo la inversión en proyectos de energías limpias, lo que generó críticas entre analistas. Algunos especialistas señalaron que la compañía nunca debió intentar combinar de forma tan agresiva dos modelos de negocio tan distintos. Estas decisiones alimentaron la percepción de que BP podía ser objeto de una eventual adquisición debido a sus problemas financieros. BP apostó de manera muy rápida por las energías renovables sin tener una base sólida que respaldara esa transformación tan ambiciosa. El problema fue que intentó combinar dos modelos de negocio con estructuras de capital muy distintas, lo que debilitó su rentabilidad. Al final, los inversionistas perdieron confianza porque la empresa redujo ganancias mientras sacrificaba inversión en su negocio principal de petróleo y gas.

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