En menos de tres años, Rhode pasó de ser una marca de skincare-maquillaje emergente a convertirse en un objetivo de adquisición de primer nivel. En mayo de 2025, e.l.f. Beauty anunció la compra de Rhode por un monto de US$1,000 millones, incluyendo US$600 millones en efectivo, US$200 millones en acciones y hasta US$200 millones en pagos condicionados por desempeño en los próximos tres años. Este acuerdo no solo representa un movimiento financiero significativo, sino que también legitima una estrategia de marca y posicionamiento que apostó fuertemente a la generación Z con productos accesibles aspiracionales.
Posicionamiento, producto y crecimiento acelerado
Rhode se lanzó en 2022, fundado por Hailey Bieber, con una oferta limitada de productos, apenas unos diez SKUs de maquillaje-skincare híbrido, como el Peptide Lip Tint (~US$18) o el Pineapple Refresh Cleanser (~US$30). En los 12 meses terminados al 31 de marzo de 2025, Rhode reportó ventas netas de US$212 millones exclusivamente por canal directo al consumidor (DTC). Esta combinación de producto reducido, precio moderado y estética viral permitió a la marca conectar con consumidores jóvenes que buscan “looks deseables” sin los precios del lujo tradicional.
Estrategia de marketing con foco Gen-Z
El éxito de Rhode no solo radica en el producto sino en cómo fue vendido. Su estética de “clean girl”, el concepto “glazed-donut skin” y la fuerte presencia en redes sociales hicieron que la marca fuese altamente relevante entre los jóvenes. Además, Hailey Bieber capitalizó su plataforma, su imagen y su relación con la cultura pop para posicionar Rhode como una marca aspiracional pero “asequible”. El hecho de que e.l.f. pagará un múltiplo elevado por la marca – aproximadamente 3.8 veces su último año de ventas reportadas señala la apuesta por la notoriedad, crecimiento y escalabilidad del negocio.
La compra estratégica de e.l.f. Beauty
Para e.l.f., esta operación representa un salto cualitativo hacia el segmento “premium accesible”. Hasta ese momento, e.l.f. era conocida por artículos de bajo costo en grandes minoristas. Mediante la adquisición de Rhode, e.l.f. obtiene una marca de rápido crecimiento, fuerte en redes y con posicionamiento deseable entre Gen-Z.
La venta se cerrará por completo en el segundo trimestre fiscal de 2026, y se espera que la integración de Rhode en canales físicos, como tiendas Sephora en EE.UU., Canadá y Reino Unido, amplíe su alcance y productividad.
Impacto financiero y lo que viene
La transacción en sí misma representa un resultado financiero relevante y sorprendente, pues es una compra de US$1,000 millones por una marca lanzada sólo tres años antes. Esto pone en relieve cómo el valor de marca, cultura pop y marketing dirigido pueden generar resultados económicos importantes incluso en sectores altamente competitivos como el cuidado de la piel y la cosmética.
Además, para Rhode, la transición de un modelo de canal directo al consumidor a uno que combina retail físico y digital implica una posible escalabilidad muy superior. Para e.l.f., la adquisición permite diversificar su portafolio, aumentar su margen visible y capitalizar tendencias emergentes antes que competidores más grandes actúen.
La influencia también genera valor
El caso de Rhode representa un ejemplo claro de cómo la cultura, el marketing y las finanzas convergen para generar valor tangible. En solo tres años, la marca tradujo una narrativa aspiracional en resultados económicos concretos: crecimiento sostenido, rentabilidad comprobada y una adquisición millonaria que redefinió el panorama del skincare y maquillaje para la generación Z. La combinación de estrategia digital, estética deseable y conexión emocional con la audiencia convirtió a Rhode en un activo financiero altamente atractivo.
De esta forma, Rhode demuestra que el poder económico también nace de decisiones creativas respaldadas por una visión empresarial sólida, ilustrando cómo la cultura digital y el consumo aspiracional pueden transformarse en motores económicos de alto impacto. En la economía contemporánea, marcas como Rhode prueban que la influencia también se contabiliza, y que las emociones, bien gestionadas, se convierten en capital real.
