Por Juan Pablo Guzmán, Analista de Datos, CABI Data Analytics
Existen dos variables macroeconómicas que han tenido un papel protagónico en los cambios de patrones de consumo durante los últimos años: la inflación y la liquidez. Ambas han experimentado variaciones relevantes que, en conjunto, han ejercido un efecto común sobre los hogares: una reducción del poder adquisitivo.
Entre enero de 2021 y diciembre de 2024, los precios al consumidor en los sectores de alimentos y restaurantes registraron un incremento promedio del 29%, evidenciando una mayor sensibilidad a las presiones inflacionarias en comparación con otros rubros.
Para dimensionar este incremento, una comida para dos personas que en 2021 costaba Q250 tendría ahora (dic-2024) un valor aproximado de Q320. Este encarecimiento en el sector alimentario ha provocado que rubros menos afectados por la inflación comiencen a competir por el mismo presupuesto de los hogares, alterando las dinámicas tradicionales de consumo.

Fuente: Elaboración Propia con cifras de índices de precios al consumidor (INE)
La tasa de inflación en el sector de alimentos y bebidas alcanzó su punto máximo en febrero de 2023 (línea vertical punteada gráfico inferior), registrando un valor del 15.4%. Paralelamente, a finales de ese mismo año se observó una disminución en la liquidez (M1), lo que restringió aún más el poder adquisitivo de los hogares. Este escenario se ve reflejado en los Índices de Confianza del Consumidor (ICC, índice de expectativas de consumo producida por Central American Business Intelligence), los cuales permiten medir el nivel de interés y del consumidor hacia distintos rubros/productos.

Fuente: Elaboración Propia
Aunque a principios de este año se registró un incremento en la liquidez, los ICCs correspondientes a centros comerciales y restaurantes —rubros de consumo discrecional— continúan mostrando valores negativos. No obstante, se observa un aplanamiento en estos indicadores, lo que sugiere el inicio de una fase de recuperación, en la que será necesario esperar a que el poder adquisitivo de los hogares se restablezca antes de observar un aumento significativo en el consumo discrecional.









